Desde hace ya tiempo sabemos que la suela de un buen esquí debe contener una cierta cantidad de grafito, sabemos también que la proporción debe variar en función de las características del esquí y que hay ciertas ceras que incorporan también en su composición este material. Pero ¿qué pinta el grafito en nuestros esquís?, ¿cuál es su función?
El grafito es una de las formas en las que el Carbono se presenta en la naturaleza y tiene una estructura muy particular en capas, donde la unión de unos átomos de C con otros es muy fuerte en cada capa, pero sin embargo, muy débil entre dos capas que estén en contacto, de hecho, por eso mancha tanto al desmoronarse esas capas y tiene un tacto untuoso, esto nos proporciona ya la primera característica interesante en su aplicación en el esquí y es que esas capas, al deslizar una sobre otra, dan a este material la propiedad de “autolubricación”, que facilitará el deslizamiento de la suela sobre la nieve (el grafito es un lubricante sólido, muy usado en la industria).
Otra característica importante del grafito en lo que se refiere al esquí es su alta conductividad eléctrica. Esto nos ayudará a combatir la acumulación indeseada de electricidad estática en la suela de nuestros esquís. Los plásticos con los que se construyen las suelas de los esquís, P-Tex o polietileno, son muy malos conductores como todos los plásticos, esto no tendría ninguna importancia para nosotros si no fuera porque la fricción, como tantas veces hemos podido comprobar en multitud de situaciones, provoca la acumulación de electricidad estática y esta electricidad estática tiene la incómoda costumbre de hacer que las cosas ligeras y pequeñas se peguen a las superficies cargadas, esto supone, como podéis imaginar, que toda la suciedad que vayamos encontrando en la huella se va a ir pegando a la suela de nuestro esquí cargado de electricidad debida a la fricción con la nieve. Mal asunto, ya que esto comprometerá el deslizamiento (y también el agarre). Hubo un tiempo en el que había quien recomendaba terminar el parafinado de la base frotando repetidamente con una media fina de mujer para pulirla bien. Muy mal asunto, porque se cargaba la suela de electricidad estática antes incluso de ponerse a esquiar, sobre todo con aquellas suelas sintéticas que no contenían grafito. El grafito, por tanto, debido a que es un magnífico conductor, mezclado en la composición de nuestras suelas, va a proporcionarles una “toma de tierra” que descargará la electricidad acumulada por fricción.
Además, el grafito incluido en las suelas de los esquís, igual que el flúor, tiene propiedades hidrófobas, que permiten una mejor evacuación del exceso de agua. La proporción de grafito en las suelas puede variar entre el 5% para suelas “cold” (condiciones frías) y el 10% para suelas “wet” (condiciones húmedas). Esta última propiedad entra en contradicción, en lo que a nosotros nos interesa, con la primera de la autolubricación. En nieves secas, donde el deslizamiento es un problema, nos viene bien un lubricante sólido como el grafito que podría paliar la falta de lubricación húmeda. Sin embargo, un exceso de grafito en esas nieves, debido a su efecto hidrófobo, podría anular ese efecto y enlentecer el esquí. Por esta razón, aunque pueda parecer paradójico, las suelas para nieves frías contienen menos grafito que las húmedas.
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