Viejos papeles: Carrera de esquí por La Concha

(Foto:Antxón Aguirre Sorondo)

Repasando viejos papeles me encuentro con una clasificación que golpea con fuerza en mi ánimo primero –qué mayor soy ya– para dejarme luego la agradable sensación del reencuentro con viejos amigos y mejores momentos. Creo, además, que el destino me ha jugado una “buena” pasada, colocándome tantos años después en un club gipuzkoano que celebra su prueba popular con la denomincación de Trofeo Donosti.

Va batallita. Muchos de vosotros no habíais nacido, así de fuerte. Era 1985 y aunque la nieve, en general, había comenzado a escasear en los inviernos, en éste nos visitó con brío hasta el punto de dejar completamente blancos nuestros pueblos y ciudades... incluyendo Donosti y su playa.

Yo, aviso, soy de Bilbao y entonces todavía vivía allí aunque mi espíritu siempre estaba en montañas más lejanas. Vamos, igual que ahora. Aquello de la nevada fue una fiesta, bueno yo así lo recuerdo. No había clase en ningún sitio y las comunicaciones eran un caos total. Y así días, ¿semanas? No recuerdo cómo pero un día laboral cualquiera recibí una llamada de mi amigo José Garai:

–Luis, en Donosti han organizado una carrera de esquí esta tarde, lo está dando la radio. Hay que ir como sea...

El “como sea” tenía su miga, ya que la radio además de la noticia de la carrera no dejaba de dar avisos de carreteras y autopistas cortadas, camiones cruzados, gente aislada en sus coches. Pero el “como sea” tomó forma de persona y firme voluntad: el amigo Toño Foraster que entonces era el más apasionado esquiador de fondo de todo Bilbao. No lo dudó.

-A las 14:30 en mi casa. No hay problema.

Lo que sucedió hasta llegar a Donosti daría de sobra para una crónica aparte: Toño, sus manos de volantista, su 131 Supermirafiori “preparado”, y una A8 blanca y salvaje fueron los ingredientes que nos dejaron en la salida de la carrera con una sola idea: seguir vivos al día siguiente.

Perdonarme ahora que no recuerde demasiados detalles de la carrera. Son casi 25 años. Recuerdo que fue por la tarde-noche. Que nos juntamos en el club Fortuna, que esquiábamos por el paseo de la Concha y que atravesamos los túneles que llegan a Ondarreta que tenían algo para que pudiéramos pasar (no sé si nieve o paja). Había mucha gente animando y se hacía raro ver a habituales de las carreras de los Pirineos en versión “urbana”. Que faltaban algunos de los clásicos porque se habían quedado por ahí tirados. Nieve había de sobra y no recuerdo que fuera especialmente mala. Se suponía que aquella tarde los dorsales no servían de mucho, pero claro, esa era la teoría. La realidad es que todos fuimos a tope y cada uno echó mano de lo que pudo al llegar a meta:

– A ver quien acierta a encerar en la playa....

– Yo pensaba que esto era una popular....

– Ah? Pero has ido a tope?

– ...?

Fue una fiesta con repercusión enorme en la radio, prensa y televisión (creerme los más jóvenes, no existía internet) que nos dejó a todos encantados e ingenuamente convencidos de que, quién sabía, igual podíamos esquiar todos los años en la Concha, o en el Arenal, y meter días y días de nieve en la puerta de casa y ser como los nórdicos esquiando y...

La nieve se fue y aunque alguna vez ha regresado, nunca con tanta fuerza. O quizás las fuerzas que no han vuelto sean las nuestras. La mía seguro. Pero, qué coño, yo he visto cosas que vosotros no creeríais: atacar a base de brazos en el Paseo de la Concha, he visto trazas de viola brillando en la oscuridad cerca de los túneles de Ondarreta.... todos esos momentos se perderán en el tiempo... como lágrimas en la lluvia... ¿O no? Es hora de volver.

Luis Ibergallartu

(Clicad sobre la imagen para acceder a las clasificaciones)