viernes, 23 de julio de 2010

La cinta de Gaillard y la zapatilla de Taniguchi

En los recientes JJOO de Vancouver todos pudimos ver a JM Gaillard atascado en boxes con su esquí, al que no le podía quitar la cinta de sujeción que sus asistentes se habían dejado puesta. Lo mismo da que hubiese sido Peter Northug, a nadie se le ocurrió, ni hubiese osado reclamar, que había que esperarle.

Los amantes del maratón que vivieron la época de Diego García y Martín Fiz recordarán al formidable maratoniano japonés con cara de amargado que tanto nos preocupaba, corría con la cabeza ladeada y un permanente gesto de sufrimiento. Había sido capaz de ganar el Campeonato del Mundo ante el mismísimo Bordin, el ídolo italiano, y su rostro impenetrable nos hacía dudar si iba sobrado y reservón o, por el contrario, estaba al borde del colapso. En los JJOO de Barcelona era el gran favorito y el hombre a vigilar cuando, pasado ya el ½ maratón, se formó un numeroso grupo en cabeza. En uno de los avituallamientos alguien pisó por detrás al japonés sacándole la zapatilla, la mala suerte hizo que ésta se colara debajo de las mesas. La escena fue patética, con un Taniguchi agachado buscando la zapatilla perdida mientras el grupo se alejaba sin remedio. Recuerdo que en un gesto de rabia y desesperación tiró las gafas una vez que pudo empezar a correr. Fue demasiado tarde, el campeón japonés perdió toda opción de poder disputar el triunfo y tras la remontada sólo pudo ser octavo, delante de Diego García. ¿Alguien cree que por la cabeza de Hiromi Taniguchi pudiera haber pasado el más mínimo reproche porque el grupo no esperó?

Dice Txomin Perurena que Contador dejó ayer ganar a Schleck en la cima del Tourmalet para pagar la deuda contraída cuando unos días antes no le esperó después de que se le saliera la cadena. Si es así, supone aceptar que en aquella ocasión actuó mal. Para mí la etapa de ayer fue una decepción. Después de ver a los dos titanes que dominan el Tour devorar sin piedad uno tras otro a los escapados en la subida, la actitud de Alberto Contador arruinó a su rival lo que pudo ser, de verdad, una victoria brillante. Diría, como dijo Schleck hace unos días, que no es una forma bonita de ganar.
En el ciclismo que yo entiendo, esperar, esperan los gregarios, que para eso están y se desfondan si es preciso para llevar a su líder al pelotón, como hemos visto hacer tantas veces. Dejar ganar, se deja ganar al humilde y sacrificado siempre que no afecte a los intereses propios.
No digo que la actitud de Contador no convenga, como dice Perurena, a sus intereses. Pero no conviene en absoluto al interés del deporte y de la cacareada “épica del ciclismo” que ellos mismos se encargan de pregonar.

Estoy con Carlos Sastre, que por lo visto tiene una visión trasnochada de lo que es el ciclismo.

Rafa

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