Quien haya probado alguna vez las sensaciones de la competición habrá sentido el nerviosismo de los momentos previos a la salida. Los habituales habrán comprobado también que, aunque uno aprenda a gestionarlo, ese nerviosismo nunca desaparece, solo varía en función del empeño que hayamos puesto en la carrera de ese día, luego, una vez lanzada, todo vuelve a estar en orden, la actividad y el esfuerzo exigen una concentración que borra la incertidumbre. Puede haber momentos de desfallecimiento moral o de euforia, de disfrute cuando nos sentimos fuertes o de sufrimiento cuando las fuerzas no responden, pero esa angustia inicial se diluye con los primeros pasos.
David nos muestra en esta foto el momento de la salida durante la Subida a Artikutza. Podemos ver en ella esa transición desde el rostro contenido y alerta de Francis al fondo, hasta el gesto de Txomin y Josu en el otro extremo, concentrados ya en el esfuerzo.
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