Cuenta Juan que en 50 años nunca había esquiado en Aralar en estas fechas. Este hombre terminará por formar parte del paisaje de estos parajes. Al menos forma parte ya del paisaje imaginario, como la Casa del Guarda que ya no es, como la borda de Anixeto y sus ovejas descarriadas durante el temporal o la silueta salvadora del poste indicador entre la niebla.
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