martes, 11 de mayo de 2010

Asma inducida por el ejercicio (AIE) en el esquí de fondo

foto: fiscrosscountry.com
Yo no soy asmático ni he sufrido en mi vida una crisis asmática, llevo más de 30 años haciendo esquí de fondo y mis bronquios han tolerado sin problemas la respiración de ese aire frío. Sin embargo, cuando termino de esquiar, sobre todo si me he esforzado mucho y especialmente si hace mucho frío, suelo tener un ataque de tos pertinaz que puede durar varios minutos. ¿Sufro asma inducida por el ejercicio?

Obviamente no (aunque una interpretación estricta de la definición nos haga pensar lo contrario), en la práctica, entendemos como crisis asmática la dificultad respiratoria que produce el estrechamiento de la luz de los bronquios (broncoespasmo) como consecuencia de su inflamación. Los factores que desencadenan este proceso son variados, en el esquí de fondo se combinan dos de ellos, el incremento del flujo respiratorio por el ejercicio y el aire frío y seco. Esta irritación, que en mi caso produce un ataque de tos pasajero, puede desencadenar en determinadas personas, incluso sin síntomas de asma en condiciones normales, una crisis asmática: es el asma inducida por el ejercicio (AIE).
Entre el 12-15% de la población general padece AIE, siendo más prevalente en niños. Se calcula que entre un 8-12% de los deportistas que participan en unos JJOO de verano son asmáticos, en los deportes de invierno el porcentaje es más alto, habiendo estudios que sitúan en uno de cada cuatro atletas de nivel olímpico dicha cifra, siendo el esquí de fondo el deporte con una mayor incidencia. Hay muchos trabajos que vinculan el esquí de fondo con el AIE, esto no parece que sea un factor limitante para las posibilidades de éxito de estos deportistas y para muestra, un ejemplo, el de Marit Bjoergen.

El diagnóstico se realiza por la historia clínica (episodios de dificultad respiratoria relacionados con el ejercicio, lo habitual es que la crisis se desencadene después del ejercicio, aunque puede ocurrir también durante el mismo), confirmada mediante pruebas de esfuerzo con espirometría, donde se valora la reactividad de esos bronquios frente al ejercicio.
En cuanto al tratamiento, el enfoque es diferente si se trata de un paciente asmático en el que hay que prevenir el desarrollo de una crisis por ejercicio o de una persona que ocasionalmente hace crisis de AIE, éstas por sí solas no justifican una terapia continuada. El tratamiento habitual de las crisis de AIE es la inhalación preventiva de broncodilatadores 10-15 min antes del ejercicio (con una acción protectora de unas 2 horas), o bien reservar éstos para el caso de que se desencadene la crisis. Además, el calentamiento previo, así como el descalentamiento suave y no pasar bruscamente de un ambiente frío a uno cálido, previenen la aparición de las crisis.
Respecto a los broncodilatadores, advertir que son los Beta-2 agonistas los medicamentos utilizados con esta función, estando todos ellos prohibidos por las comisiones antidopaje que regulan el uso de medicamentos en el deporte. Como excepción, el salbutamol (el de uso más habitual en estas situaciones, p.e. Ventolin®) y el salmeterol, pueden utilizarse solo de forma inhalada, dentro de unos niveles de dosificación establecidos y solo bajo autorización médica debidamente certificada según el ISTUE (Estándar Internacional para las Exenciones de Uso Terapéutico) y debidamente registrada por la Agencia Estatal Antidopaje.
(Aunque el rostro de Piller Cottrer expresa muy bien su esfuerzo por respirar tras la carrera, no tenemos constancia de que sufra AIE)

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